viernes, 11 de septiembre de 2009

De ruta

No sé por qué a veces abandonamos lo buenos hábitos. Ayer, después de tiempo escuchando CDs, sintonicé la radio y me he dado cuenta de que la hechaba de menos.
Por fin, he podido volar con la libélula, zambullirme en canciones míticas del Rock&Roll, y también he visto cómo los elefantes sueñan con la música. Me encantan esos momentos dónde sólo estoy yo, la voz de la radio y la carretera. La pena es que no me acordase de ellos.
Con su propia banda sonora: Champagne y olor a caucho.